March 10, 2006

Dieci

Se me ha olvidado el gran y diminuto detalle de que ella no sabe que he vuelto a fumar. He tenido que correr por el departamento buscando ceniceros, papelitos, tapas de botella, envoltorios y todas esas cosas que alguna vez ocupé de cenicero en estas semanas. Esto fue mientras ella dormía enrollada sobre en sweater gris humo.

Lleva aquí una semana y ni si quiera ha caminado hacia el living. Su vida se ha reducido a la habitación y el baño. De la cocina y nuestras comidas me encargo yo, como ha sido siempre. No me extraña que no haya notado los múltiples vestigios de cenizas sobre el aparador del living, el suelo junto al ventanal, el mesón de la cocina y el lavaplatos. He fumado tanto. Pareciera que me hubiese fumado la melancolía terca que se estiraba cuan larga en la puerta de entrada, esperando ser arrollada por sus pisadas ligeras, contrapuestas a las mías lentas y silenciosas. Extrañaba esos movimientos poco preocupados dentro de cualquier espacio, esos ruidos innecesarios seguidos a pie juntillas de un susurrado “lo siento”, esas sonrisas de quien ha sido pero lo calla aunque no sepa ocultarlo con la mirada. Me había hecho falta todo su brillo, su peso, la saturación de sus colores en mi universo; pero ahora estaba aquí. O mejor dicho allí. En la habitación que la esperaba a gritos mojados, hecha un ovillo con ese sweater que le ha gustado desde siempre y que le queda tan largo de mangas como a mi tan cortos sus pantalones. Ese cuerpo pequeño, llego de curvas y pendientes se extravía dentro de mi ropa sin gracia, dándole ese aire de niñez que le hace falta a esta mente oxidada.

Lleva aquí una semana. Y una semana es justamente lo que llevan mis labios sin rozar el algodón del filtro de esos cigarrillos fuertes que guardo debajo de mis libros. Ella me sana el alma y la vida entera. Arrebata de mi esencia las manías destructivas, las magulladuras añejas y baña mi ser con una brisa perfumada de plata.

Amarla ya no es una afirmación. Ni si quiera es una acción consciente.
Los sentimientos que se guardan entre mi camisa y mi sangre son mi única verdad, atrofiada por el silencio. Ese silencio que es la única música cósmica existente que provoca un danzar de mi alma cuando ella aparece y me dice con una mano entre sus cabellos y la otra en su ojo derecho…

-¿Hace cuánto tiempo que me miras dormir…?

Todos los suspiros de aquí a veintiséis años atrás. Cada uno de los pensamientos bastardos de esta mente cúbica y circular que niega siempre ser su madre. Ese tiempo suspendido entre mi amor firme y tu turbadora ingenuidad.

Sonrío.

-Recién, nada más.

Blogger [ ten ] said...

Hermoso...

No digo más porque no puedo.

3/10/2006 6:45 PM  
Anonymous Anonymous said...

Mmm, no, nunca he posteado por aki, así ke, bueno.. ya ahora si me verás más seguido, con ese ultimatum ke me has plantado ^^'

Este me gustó, tiene ese estilo acogedor ke te caracteriza o ke por lo menos he visto en ti otras veces, es bastante fresco y sencillo kes lo más interesante d todo.. Nuevamente creo ke has tomado este momento tan sencillo en la vida cualkiera y lo has plasmado en tinta tal y como la persona lo siente, no sólo como se ve (ke muchos otros escriben así).

De verdad me gustó, me conmovió ^^'
y mira ke soy kiskillosa con lo ke leo.

Ella tiene razón :)

3/13/2006 10:09 PM  
Blogger Nori said...

ay niña!
bello

la vulnerabilidad del sueño en las personas me conmueve enormemente...

ver dormir... es un arte pequeña y tú sabes perfectamente como describir lo que se siente entremedio

te quiero!

besitos de kolorez

3/15/2006 11:49 PM  

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