January 14, 2006

Tre

Caminar descalza por la calle es una barbaridad, especialmente si llueve. Pero se me antojaba desde que el olorcillo a humedad tormentosa comenzó a hacer manifiestos de aparición permanente. Además, no había nadie quién me dijera que era una desquiciada porque iba a contraer una pulmonía y no era factible que me llorara a mi misma en el funeral. Y admito que me gustaba que hubiese alguien diciéndome lo que no tenía que hacer ara hacerlo con el triple de deseos. Y re-confieso que me enloquecía que fuese ella.

Así que lo hice.
Salí a la calle con una camiseta manga corta, negra desteñida y mis jeans que ya parecen un trapo viejo por la cantidad de agujeros a la altura de la rodilla. Llovía con esas cargadas ganas de llorar que he estado reprimiendo casi por dos semanas, llovía con furia, con rabia, con dolor y con nostalgia. Llovía y yo, descalza, caminaba junto a esos ejecutivos empaquetados hasta la manzana de Adán, con expresión de preocupados y con un sabor a importantes que llegaban a intoxicarme. Me crucé con un perro alternativo de ojos disparejos y cola rubicunda, que me miró un segundo los deditos empapados para luego seguir su senda del vagabundo indiferente. Un par de niños emocionados con el agua que caía del cielo, rieron frente a mi nostalgia y pidieron en seguida imitar mis pasos humildes, sin embargo la madre me miró con diversión y prometió a sus críos que para la próxima vez sería posible.

La ciudad lloraba por ella para mí y no me importaba. No quería que me importara, aunque hasta mi más desorientada neurona sabía que todo lo que yo necesitaba era de sus abrazos tibios para mantenerme dentro del departamento. Pero ya estaba afuera y no estaba su voz que me demandara una taza de café cuando sus manos comenzaban a azularse de frío, o sus labios que se fruncieran frente a mis pantalones desarraigados de toda compostura social.

-No puedo creerte –dice una voz entre furiosa y entretenida a mis espaldas.

Giro en ciento ochenta grados para verla abrigada hasta las orejas con la bufanda azul marino que le tejí hace dos años, su abrigo negro y sus botas de cuero del mismo tono. Giro y siento que sigo girando, porque esta vez no es ilusión y está frente a mí, con el ceño fruncido, molesta por mi falta de cordura, mis pies entumecidos y mi fiebre de amor mudo.

Anonymous Anonymous said...

ME HUBIERA GUSTADO VRTE DESCALZA POR LA CALLE, EN E DIA DE LLUVIA Y EN UN DIA NORMAL. SERIA SENSUAL, Y LUEG, EN CASA TE LAVARIA LOS PIES CON AGUA CAIENTE Y TE LOS MASAJEARIA SUAVEMENTE.

chupa_pies_descalzas@hotmail.com

6/29/2006 11:42 AM  
Anonymous Anonymous said...

Best regards from NY!
» »

8/10/2006 3:13 AM  

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